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martes, 1 de agosto de 2017

Caprichos del destino, de Julia Ortega

Es esta una novela "de mujeres para mujeres", el mismo título es ultrafemenino. Más que un triángulo amoroso donde heterosexualidad, bisexualidad y homosexualidad van de la mano, es una historia que reivindica el girl power, el poder de la mujer de elegir su propio camino, sus relaciones, su futuro profesional... y sus prioridades en la vida. Una historia que aboga por el feminismo bien entendido, donde querer es poder y no hay más techo de cristal que el que tú misma quieras ponerte.

Lamentándolo mucho estas palabras no son mías, sino de la propia Judith Ordoñez, sin lugar a dudas el personaje principal de esta novela. Ya me hubiera gustado a mí ser capaz de explicar el denso contenido del libro en tan pocas palabras, pero doctores tiene la Iglesia, suele decirse, y en este caso la doctora es Julia, su creadora.

La historia ya me pareció intensa la primera vez que cayó en mis manos. Ahora, tiempo después, cuando he podido volver a leerla, cuando he visto los cambios, intensa es una palabra que se me queda corta. Es una novela valiente, sobre todo valiente. Porque en un mundo en el que la falsedad de los propios sentimientos está a la orden del día, tal vez por eso de ser "politicamente correctos", y muchos no se atreven a tocar el tema de la bisexsualidad con la consideración que merece, Caprichos del destino rompe barreras.

Julia Ortega nos cuenta una historia impactante desde el punto de vista de 4 relatos que nos dan 4 visiones distintas y, a la vez, paralelas. Cuatro modos de ver la misma historia conociendo el pensamientos de cada una de las protagonistas, y narrado principalmente en primera persona. Como es lógico, el lector se posiciona a favor o en contra del personaje central dependiendo del parecer y las vivencias de los otros, de cada narrador.

Empezaré diciendo que son 4 capítulos largos, densos, que obligan a leer con calma. Con este libro he hecho lo que no hago nunca: pronunciar mentalmente para saborear cada frase. Normalmente leo como las motos, pero aquí no vale ir deprisa (sobre todo si te gusta escribir) porque vas aprendiendo a la vez que lees. Que la autora haya elegido una fecha futura ha sido una suerte, porque le ha permitido intriducir acontecimientos actuales en los recuerdos de los personajes.

La primera parte de la novela, o más bien la introducción de la misma, nos pone en antecedentes, nos sitúa. La narra la persona que podíamos decir es el centro de la discordia (ya sabréis su nombre más adelante). Fidelidades, desilusiones y miedos, su cariño por Judith, el modo en que cambia todo cuando se enamora de Michelle, su sumisión a ella por un amor que no es correspondido en la misma medida... Lo que siente cuando todo queda al descubierto tras la publicación de Judith de Lealtades Enfrentadas y el modo en que le impacta la noticia de su asesinato.

La segunda parte, El espítitu inquebrantable, es la historia vista desde el punto de vista de Judith Ordóñez mientras está a punto de morir, encadenada al aparato que mantiene sus constantes vitales. Cercana al final, nos narra su relación con Bárbara y Michelle, la traición de ambas, su amor por su esposo Josh, sus sentimientos hacia su hija Gilliam. Es casi descarnado el modo en que la autora nos adentra en el alma de Judith describiendo, con muy buen criterio, pasajes de su vida en tercera persona y letra cursiva, como si estuviéramos leyendo la novela publicada que tantos quebraderos de cabeza –y tanto éxito- le han dado.

Judith es una mujer con una fuerza insólita. Como dice el título del capítulo: un espíritu inquebrantable. Una feminista que defiende a ultranza el derecho de las mujeres, que no teme enfrentarse a quienes amenazan su vida, a la que no le asusta morir. Pero también es una mujer con debilidades, como todo ser humano. Heroína y víctima a partes iguales de los acontecimientos que han marcado su existencia.

La tercera parte, La discípula de Maquiavelo, es el punto de vista de Michelle. Más débil que Judith y Bárbara, más pusilánime, la típica niña criada entre sedas, se nos muestra sin embargo como un alma insensible, capaz de todo por conseguir desbancar a su rival (Judith). Egoísta y calculadora, no duda en simular un amor que no siente.

Sorprende esta tercera parte del libro porque toda ella es un diálogo ágil.

La cuarta parte, Ojos de Cielo, supone un giro inesperado en la novela. Aquí, es Gilliam, la hija de Judith, la que cuenta sus sentimientos al saber que su madre está ingresada y a punto de morir. Nos hace conocer la verdadera relación son su madre y con su padre, pero sobre todo su relación con Alex, la muchacha que ha estado a su lado desde la infancia y que se ha convertido en el centro de su vida.

En este capítulo, Julia Ortega me ha demostrado que no solo escribe para adultos, sino que es capaz de plasmar el modo de expresarse de una adolescente.

Y para acabar, diré que se nota que esta autora lee también novela romántica porque, al final, nos deja un toque de ilusión, entre tanto dolor, que no esperaba.

Yo la he disfrutado a tope. No os la perdáis, porque merece la pena.

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